miércoles, 28 de octubre de 2009

PLANOS PARALELOS


Despertó corriendo. Tomó conciencia de su estado a partir del repiquetear de su corazón y del retumbe de sus pasos acelerados que se sucedían con la intensidad de escapar de algo.
Nunca supo de qué escapaba exactamente pero, sin embargo, nunca dudó de que su actitud fuera esa, huir.
Corrió a gran velocidad por ese camino boscoso. Su mirada oscilaba entre las huellas de barro, a las cuales atendía para evitar tropezar, las copas de árboles que cubrían su cielo y el pasado que dejaba atrás con cada paso.
Desconcertada por completo, pero sin dejarse invadir por su raciocinio, se detuvo en el final de ese camino al encontrarse con un abismo. Miró a su alrededor buscando una salida. La única alternativa factible que encontró fue el río turbio que estaba a su derecha.
Viscoso, remolinezco, oscuro, denso. Parecía poseer más barro que agua.
Ante semejante encrucijada optó por la única seguridad que sentía que era seguir hacia delante.
Tomó envión y se zambulló de lleno en ese mar marrón. Ni bien lo hizo sintió el golpe de su cuerpo contra el colchón de agua espeso que poco a poco comenzó a abrazarla.
Una nueva sensación. Única. Ajena pero placentera.
Abandonó el asco y la desconfianza y avanzó. Se dejó arrastrar por la corriente a medida que el agua se volvía más cristalina. Su andar era cada vez más liviano. Su transitar por esas aguas era cada vez más ligero, más fluido.
De repente, a donde mirara se encontraba con el color celeste. El cielo, el agua, el fondo, todo era cálido y ligero.
Dejó de estar sola.
Miró hacia sus costados y encontró caras conocidas. Seres queridos. Todos, menos su madre.

No hubo tiempo para reflexiones, fueron puras sensaciones apiladas unas sobre otras. Todo duraba el instante en el que ocurría. Ella nunca ejerció resistencia.

De repente el andar por el agua comenzó a ser tan ligero que se volvió violento. Pudo divisar un final. Nuevamente se encontró con un punto. Un quiebre concreto en lo que le venía sucediendo. Ya no nadaría más, Ya no se sentiría rodeada de agua. Todo apuntaba a la catástrofe. A pesar de ello, trato de regularizar el latido de su corazón controlando sus respiraciones y al llegar al borde del abismo respiró profundo y cerró sus ojos.
Todos desaparecieron. Ella volvió a dejarse invadir por la sorpresa. Volvió a entregarse a la vida. Dejó que el aire la arrebatara del agua.

Pufff...…. Segundos de estática. Dejó de sentir el sonido del agua. Sólo pudo percibir las consecuencias del viento que comenzaban a invadirla. El vértigo que hacía instantes se había apoderado de ella se convirtió en un fresco abrazo de aire.
Estaba cayendo y nunca se resistió.
Al mirar abajo pudo ver las copas de los árboles.
Por un instante, supo que estaba a punto de caer y penetrar en la selva.
No entró en pánico, sólo cerró sus ojos y se entregó a sentir aquello que con certeza sucedería.
Con un golpe suave llegó el impacto. Un impacto cálido y acogedor.
Una flor gigante la recibió, la envolvió en su capullo.
Recién allí sintió que podía descansar. Sintió que había regresado al útero materno.
Todo se detuvo y de sus ojos sólo brotaron lágrimas de cansancio y placer.
Puede ser que amaneciera en otro espacio, pero prefirió quedarse allí. Despojada de razón. Hasta quién sabe cuando.

2 comentarios:

Pisa dijo...

Hola Daniela quisiera saber cómo contactarme contigo (mail teléfono, etc) para coordinar para dejarte un material!

Gracias

Iaiá dijo...

mi mail es danibonamino@hotmail.com-